Aquella habitación se tornaba demasiado pequeña y sombría para su gusto. Quizás era el miedo a perder el control lo que le hacía ver la estancia de aquella manera, porque de eso estaba segura, perdería el control en cuanto le pusiera un solo dedo sobre su piel.
Lo que no se imaginaba era lo que iba a conseguir de ella tan solo con su voz. Para eso no estaba preparada:
- No sé hasta cuando podré mantenerme aquí, sin que mis manos te alcancen, pero cuando lo hagan tu piel y mi piel se convertirán en una sola piel. Mis dedos buscarán más allá de donde reside tu deseo y mi boca intentará saborear todo aquello que me ofrezcas. Nunca habrás conocido un calor como el que vengo a regalarte. Si cierras los ojos sentirás como todo mi deseo te va invadiendo alimentando el tuyo. Solamente deseos ser recibido con ese abrazo cálido y húmedo que solo tú me puedes dar.
Al abrir sus ojos la habitación era la única estancia en la que quería permanecer.
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