Te agarraría por la corbata
(si la llevaras)
y te atraería hacia mí hasta el punto que nuestros alientos formaran un imperceptible tornado.
Mi cuello sería una pista para tu boca
y tu hombro,
ya desnudo,
un bocado para la mía.
Nuestras manos socavarían nuestras minas de placer
en busca de la extracción de jadeos.
Sería un lucha sin tregua,
una competición de búsqueda de placer.
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